El día a día de las personas involucra relaciones y consecuencias jurídicas con   trascendencia en el tiempo, siendo necesario por seguridad que las mismas queden plasmadas en un elemento tangible que permita dirimir cualquier controversia o duda sobre la celebración y pacto de los mismos, esto se logra a través de los contratos.

El contrato constituye un elemento que da certeza a las relaciones jurídicas de las personas, esto debido a que las documenta y genera un precedente tangible de los derechos y obligaciones que adquiere cada una de las partes involucradas, siendo de vital importancia su correcta elaboración para evitar controversias, dirimir las que pudieren llegar a suscitarse y en general para proporcionar un documento en el cual quedan establecidos por escrito los acuerdos tomados por voluntad de las personas para el caso de que llegare a existir duda o desacuerdo sobre los mismos.

La elaboración y celebración de contratos le brinda seguridad jurídica a las personas, esto siempre con la finalidad de proteger nuestro patrimonio.

Lo ideal es que en una relación jurídica o “negocio“ ambas partes cumplan con sus obligaciones y de esta forma que no haya controversia, lamentablemente no siempre es así y existen ocasiones en que hay incumplimiento de parte de alguno de los involucrados y es necesario recurrir a acciones legales para demandar su cumplimiento, siendo el contrato el elemento en el cual con seguridad podremos respaldar nuestra reclamación y salvaguardar nuestros derechos para obligar a que se cumplan los acuerdos tomados.

En conclusión, el contrato es un elemento que nos brinda seguridad en nuestras relaciones jurídicas, el cual genera un precedente tangible de la celebración de los actos jurídicos diarios y cotidianos, desde la venta de un automóvil, renta de un inmueble, contratos con nuestros trabajadores, compra de bienes y servicios, en fin, un sin número de posibilidades que el día a día nos presenta.